Alrededor de los 50 años, las personas suelen hacer una revisión de su vida, un balance existencial, una reflexión interna sobre sus logros y lo que aún queda por hacer. Se podría comparar con un partido de fútbol, que dura 90 minutos divididos en dos tiempos de 45 minutos cada uno. Al llegar al final del primer tiempo, si vamos ganando, hemos jugado bien, nos sentimos satisfechos con nuestra estrategia y tácticas, todo parece ir en la dirección correcta. Pero si al llegar a este punto vamos perdiendo o no estamos contentos con nuestro desempeño, es el momento de tomar medidas.
Esta introspección nos lleva a revisar los aspectos importantes de nuestra vida, evaluando cómo queremos afrontar los años que nos quedan. ¡Qué extraña es la vida, tan larga y tan corta a la vez! En la juventud, el horizonte está lleno de posibilidades y sueños por cumplir; con el paso de los años, esas posibilidades se convierten en realidades.
Un día cualquiera, te miras al espejo y ves un reflejo diferente, uno que ya no es el de los 20 o 30 años, sino uno que te sitúa de golpe en los 50, “sin saber por qué”, como dice la canción de Antonio Vega. Cada persona gestiona este cambio a su manera, pero comprenderlo es esencial para manejarlo y crear una rutina saludable de autoaceptación.
La crisis de los 50 es un término que describe el período de transición que muchas personas experimentan en las sociedades modernas, rodeados de rutinas y expectativas que parecen inamovibles. Cambios físicos, emocionales y sociales pueden generar sensaciones de inquietud, ansiedad o confusión, llevándonos a buscar maneras de sentirnos más jóvenes, atractivos o con ansias por no desaprovechar lo que podemos considerar últimas oportunidades.
Un Ejercicio de Autoaceptación
Si lo analizamos desde un punto de vista psicológico, esta crisis es vista como una oportunidad para la introspección y la reflexión, con muchos beneficios asociados. Es un momento vital para cuestionar elecciones, evaluar metas y sueños, y considerar si hemos alcanzado lo que deseábamos.
Esta etapa suele estar ligada a la pérdida de seres queridos, cambios fisiológicos como la andropausia o menopausia, el síndrome del nido vacío, o la convivencia con la adolescencia de los hijos debido al retraso de la maternidad. También pueden influir la jubilación anticipada, problemas de salud que empiezan a aparecer y otros cambios rápidos que no dejan tiempo para adaptarse. Este período es crucial para dedicar tiempo a uno mismo, tomar conciencia de estos nuevos desafíos y evolucionar.
Afrontar los Cambios en tu Vida
Encarar esta nueva etapa con nuevos objetivos e ilusiones es fundamental. ¿Qué te gustaría hacer que siempre has querido, pero nunca has podido? Aprender algo nuevo mantiene la mente activa, ofrece nuevas motivaciones y proporciona una gran sensación de orgullo y satisfacción.
Fomentar y cuidar nuevas relaciones sociales también es vital para la salud mental. Tener a alguien con quien compartir buenos momentos y recibir apoyo en los difíciles marca una gran diferencia. Este es un momento idóneo para incorporar nuevos hábitos saludables en la alimentación y estilo de vida, con grandes beneficios para el bienestar.
“Terapia” con amig@s: Una Herramienta Valiosa
La terapia es una herramienta excelente para manejar estos momentos de transición, ayudándonos a ser más conscientes y a gestionar mejor los cambios. Dedicarse tiempo a uno mismo puede conducir a un sentido renovado, nuevos propósitos y bienestar emocional.
Este es un buen momento para recuperar tu mejor versión, reiniciar aspectos estancados en tu vida, ya sea en relaciones o salud. Pasar tiempo al aire libre, contactar con amigos, retomar pasatiempos o unirse a nuevas actividades son algunas de las muchas posibilidades.
Mens Sana in Corpore Sano
Como dietista-nutricionista, mi enfoque en estas crisis se centra en ayudar a las personas a comprender y aceptar los cambios, identificar necesidades nutricionales y evitar posibles problemas de salud. Este acompañamiento tiene una potente función sanadora, ofreciendo una oportunidad para reflexionar y aligerar la carga vital.
Recuerda que esta etapa puede ser el inicio de una vida plena y enriquecedora, donde cada elección suma en el camino hacia tu mejor versión.
Sentido del Humor
Ah, los 50, esa década donde los espejos se convierten en tus mejores amigos para recordarte los años acumulados. A medida que envejecemos, el sentido del humor se convierte en un aliado indispensable. Ríe cada vez que puedas, incluso si es a costa de tus propios achaques. ¿Olvidaste las llaves? ¡Perfecto, es solo otra excusa para hacer algo de ejercicio extra!
Ríe de los pequeños contratiempos diarios, encuentra la comedia en las rutinas y no te tomes demasiado en serio la vida. La risa es el mejor remedio para el alma y un excelente ejercicio para el corazón.
Edadismo y el Superpoder de la Invisibilidad
En muchas culturas, especialmente en las modernas, el edadismo afecta particularmente a las mujeres, quienes sienten que a medida que envejecen, dejan de ser visibles en la sociedad. Este sentimiento de invisibilidad puede ser muy desafiante, pero también esconde un superpoder: al volverse “invisibles”, las mujeres pueden liberarse de muchas normas sociales que antes las limitaban.
Al ser menos observadas por los estándares sociales convencionales, esta invisibilidad permite una libertad renovada. Pueden hacer lo que quieran, decir lo que piensan y actuar de acuerdo a sus deseos sin sentirse restringidas por las expectativas externas. Es un momento para sentir la autenticidad, explorar nuevas pasiones y vivir con plenitud.
Aunque no dejemos de reivindicar nuestro sitio en la sociedad, dar la vuelta a las cosas y aprovechar el superpoder de la invisibilidad puede abrirnos puertas a nuevas posibilidades como aventurarse en proyectos olvidados, hasta expresar opiniones con valentía. La “falta de atención” externa puede ser una liberación, un llamado a ser audaces y a reclamar su espacio en el mundo de manera creativa y vibrante. Los 50 pueden ser el comienzo de una nueva fase llena de posibilidades y libertad.